Asumir que a más comunicación, mejor.
Cantidad no significa calidad. Es decir, hablar mucho
no implica que haya buena comunicación. Por ejemplo podemos hablar varias horas
de temas irrelevantes, triviales y eso no significa que se esté fortaleciendo
la comunicación con la pareja.
Es importante como primer paso, encontrar una forma de
conectar con la pareja, ya que de lo contrario la comunicación podría generar
confusión, desacuerdos e incluso resentimientos.
Y como conectamos? Reconociendo y valorando los
esfuerzos que hace tu pareja, el tiempo compartido, las actividades
compartidas, escuchando, siendo empáticos, dejando actitudes tales como
ponernos a la defensiva constantemente.
Oír pero no escuchar
Comunicarse es hablar, pero también escuchar. Si te embarcas en un monólogo en
el que solo cuenta lo que tú dices, no estás practicando la comunicación en
pareja, porque eso es cosa de dos, en donde ambas partes expresan sus puntos de
vista, aunque estos no coincidan. Y seguramente oyes a tu pareja pero,
¿realmente la escuchas?.
Recuerda, escuchar activamente implica
realmente entender el mensaje que nos expresa la persona que habla, para así
poder ser capaces de empatizar (ponernos en su lugar) y comprender sus
emociones.
Insistir en asuntos que no tienen solución
En ocasiones,
uno o ambos en la relación no están dispuestos a renunciar a ciertos temas y se
continúa repitiendo una y otra vez situaciones que no tienen solución. A pesar
de que esto no conduce a ningún diálogo constructivo, se insiste en llevar las
conversaciones a un callejón sin salida. Nada se resuelve, y esta frustración
deteriora y debilita a la pareja porque se convierte en un patrón en el que
terminas agotado/a.
Un ejemplo es
querer o esperar que el otro cambie, y hacer depender el bienestar de la
relación de ese cambio.
Una
comunicación sana, implica señalar aquello que nos molesta, sin imponer ni
querer cambiar al otro/a. implica respetar los límites de nuestra pareja de la
misma forma que establecemos y hacemos respetar los nuestros.
Suponer lo que tu pareja piensa o siente.
Muchas veces tendemos a creer que
conocemos a nuestra pareja tanto como a nosotros mismos, y por ello
consideramos que somos capaces de adivinar qué es lo que siente o piensa. Por
ejemplo suponemos cuáles son sus intenciones, o suponemos los pensamientos
ocultos.
Presuponemos muchas cosas y perdemos
la oportunidad de conocernos mejor, de evitar malentendidos y evitar tentativas
de control.
Pretender que tu pareja sepa lo que piensas o sientes.
Del mismo modo que no puedes asumir
que siente o piensa tu pareja, no puedes esperar que tu pareja sea capaz de
conocer lo que sientes y piensas.
Los miembros de una pareja son dos
seres diferentes, con sus propios puntos de vista, visiones del mundo,
sentimientos, experiencias, deseos y expectativas. Por lo tanto si deseamos que
nuestra pareja conozca lo que pensamos o queremos, necesitamos comunicarlo de
forma efectiva, expresando el cómo y por qué, de este modo estaremos
estableciendo las bases de una comunicación saludable.
Verdades a medias.
No necesitas decir una mentira
para engañar a tu pareja,
ocultarle información importante también es engañar. Cuando te callas ciertas
cosas, cuando dices verdades a medias, impides que tu pareja conozca la
realidad de la situación y, por tanto, no puede evaluar ni decidir.
Hablar cuando es demasiado tarde.
Uno de los fallos de comunicación más
tristes es hablar demasiado tarde.
Cuando no te atreves a decir lo que sientes, lo que te lastima, lo que no te
gusta, lo que piensas, y llevas muchos tiempo callado/a , posiblemente
intentando no aceptar esa realidad, o posiblemente para intentar no hacer daño,
las razones puedes ser muchas, el resultado es que el silencio va generando
daños que pueden ser irreversibles.
Si uno o ambos en la relación huyen
al conflicto, es probable que se repriman emociones con la finalidad de agradar
a la pareja. Y si bien esto puede generar una tranquilidad temporal, a la larga
gradualmente va deteriorando la relación.
La mayoría de
los errores de comunicación se deben a miedos, suposiciones sobre el otro, o
irrespetos hacia nuestra pareja como persona independiente. Estos errores
pueden diluirse a través de una comunicación efectiva y saludable, basada en la
empatía y el deseo de comprender y conocer realmente a nuestra pareja.
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